La Inferioridad Moral del Posmodernismo

[A Spanish translation of my “Postmodernism’s Moral Low Ground,” which is also available in English at The Spectator, in Portuguese translation, and in a podcast version.]

La Inferioridad Moral del Posmodernismo

Stephen R. C. Hicks

¿Estamos luchando contra los posmodernistas con una mano atada a la espalda?

Las batallas intelectuales son el elemento vital de una sociedad sana. La vida es complicada y hay muchas cosas en juego, por lo que las personas reflexivas y apasionadas tienen muchas discusiones. Sólo discutiendo podemos resolver asuntos complicados. Solo podremos progresar poniendo nuestras ideas a prueba de evidencia y estando dispuestos a cambiar de opinión.

La lucha intelectual es mejor para resolver nuestras diferencias que la lucha física. La ventaja de ser una especie inteligente, señaló el filósofo austriaco Karl Popper, es que dejamos que nuestras teorías mueran en lugar nuestro.

Pero una discusión productiva necesita principios de civilidad para guiarla. Y necesitamos que nuestras instituciones líderes, especialmente las universidades dedicadas a la búsqueda de la verdad, hagan explícitos esos principios y los inculquen en la próxima generación.

Pero aquí tenemos un problema de estrategia: los posmodernistas no luchan bajo las mismas reglas que el resto de nosotros. Cuando toda la narrativa es subjetiva, todo queda subvertido.

Nuestras reglas clásicas son: enfoca la discusión en forma benevolente y otorga inicialmente el beneficio de la duda. Haz que tu meta sea un avance mutuo hacia la comprensión. Escucha ambas posiciones. Sé civilizado cuando das y recibes críticas. No inventes cosas. Cree que la verdad importa.

Pero los posmodernos miran a la “verdad” con hastío y ven las palabras como armas en una batalla entre grupos adversarios. En esa batalla, solo el poder importa y la “verdad” es simplemente el sobreviviente más implacable.

El filósofo posmoderno estadounidense Richard Rorty lo expresó de esta manera: “La verdad es lo que tus contemporáneos te dejan decir”.

Los compañeros de viaje de Rorty en Francia, Michel Foucault, Jacques Derrida y otros, trabajan el mismo territorio deconstructivo.

Nuestro código de ética también incluye reglas morales: sé respetuoso de las diferencias legítimas. Tolera una amplia gama de creencias y prácticas, a menos que la fuerza física sea iniciada. No lances insultos porque sí. Sé respetuoso de los logros ajenos y sientete orgulloso de los propios. Admite errores y esfuérzate por corregirlos.

Sobre este último punto acerca de la responsabilidad: el mejoramiento cultural es un proceso de prueba y error, y si bien hemos avanzado mucho contra la pobreza, la esclavitud, el racismo, el sexismo y las incivilidades, nuestro registro histórico es imperfecto. De ahí lo apropiado de nuestros intensos debates, por ejemplo, sobre la acción afirmativa. ¿Podemos compensar los pecados pasados? Si es así, ¿cómo podemos repartir la culpa y la gloria de manera justa? Preguntas difíciles, pero las personas moralmente responsables toman en serio su historia.

Aquí de nuevo Rorty representa a los posmodernos. Cuando se le preguntó directamente sobre los muchos pecados históricos y las absolutas brutalidades de la izquierda (y es sorprendente que la mayoría de los posmodernos sean izquierdistas, generalmente de extrema izquierda), Rorty respondió: “Creo que una buena izquierda es un partido que siempre piensa en el futuro y no le da importancia a sus pecados del pasado”.

(Qué poco sorprendente, entonces, que los jóvenes izquierdistas sean indiferentes a los casos de la Unión Soviética, China, Camboya, Etiopía, Cuba o incluso Venezuela).

Estoy usando a Rorty como un imán, pero lo importante es que es él un posmodernista moderado quien, a pesar de su filosofía de salirse con la suya y de un olvido calculado, espera al menos que seamos amables entre nosotros.

Sus seguidores no son tan amables. Entre ellos, los insultos más desagradables vuelan fácilmente. Fascista. Racista. Cerdo sexista tóxico.

Entonces ¿cómo nos manejamos con activistas vigorosos que son cínicos en cuanto a la verdad y al debate civilizado?

En mi próxima gira Adventures in Postmodernism, en Melbourne, Sydney, Adelaide y Brisbane, abordaremos exactamente esa pregunta.

Por ahora, una indicación de la estrategia.

El primer paso es entender a qué nos enfrentamos. La mala filosofía nos metió en este lío, por lo que la autoeducación filosófica es esencial. Y eso significa comprender la fundamentalidad y la audacia del desafío posmoderno. Los posmodernistas tienen en claro que son puramente negativos y contradictorios.

El mismo Foucault: “Estas investigaciones no pretenden mejorar, aliviar o hacer más soportable un sistema opresivo. Están destinados a atacarlo en lugares donde se los llama de otra manera: justicia, técnica, conocimiento, objetividad. Por lo tanto, cada investigación debe ser un acto político”.

Los posmodernos rechazan todo lo importante de nuestra civilización, la raíz y la rama, como opresivo.

Noten la palabra clave de Martin Heidegger, en cuyos escritos están empapados los posmodernistas, quien argumentó que nuestra entera tradición occidental debe estar sujeta a la “destrucción”. Y noten que Friedrich Nietzsche, otro héroe de los posmodernistas, argumentó que la civilización occidental estaba agotada y entrando en una era de nihilismo.

Opresión – ataque – Destrucción – nihilismo.

Y dado que la civilización “occidental” es un nombre cada vez más inapropiado a medida que los valores clásicos y de la Ilustración se difunden por todo el mundo, lo que está en juego aquí, lo está realmente a nivel global.

Sin embargo, los posmodernos saben que nosotros, los defensores de la civilización tomamos en serio la verdad y la justicia y que nos enorgullecemos de nuestro gran pero imperfecto progreso. Es precisamente nuestra seriedad y orgullo lo que pretenden subvertir y reemplazar con cinismo, dudas y culpa. De ahí las implacables acusaciones que recibimos en relación a temas raciales / de género / financieros y de tener motivos ocultos y desagradables.

También, como intelectuales y activistas, como padres y educadores, como profesionales de negocios y políticos, necesitamos medidas de acción contra el posmodernismo. ¿Qué hacemos para defender y promover la civilización genuina?

Aquí es útil reconocer que una filosofía nihilista no es creativa. No ofrece verdad, ni bondad, ni belleza, ni creación de valor. Necesita parasitar de aquellas filosofías que generan algo positivo en el mundo.

Es decir, el posmodernismo depende del mismo sistema que ataca tanto para obtener recursos materiales como estatus moral. Así que el primer paso a dar es quitarles los recursos.

Derrida declaró directamente que el posmodernismo estaba dando a luz a “la informe, muda, infantil y aterradora forma de monstruosidad”.

Y nosotros tenemos que hacer morir de hambre a esta bestia.

El camino correcto implica costos. Pero hemos logrado crear una civilización avanzada contra adversarios amorales e inmorales tomando el buen camino – en el arduo trabajo que generó prosperidad material, en el pensamiento honesto que eliminó las enfermedades paralizantes y duplicó la expectativa de vida, en la rectitud de nuestro ataque vigoroso contra la esclavitud y el profundo compromiso con la justicia que extendió las libertades y la igualdad de hombres y mujeres de todas las razas y etnias – y sobre la base de una filosofía que lucha por la objetividad y, con frecuencia, la logra. Somos la fuerza que lucha por la verdad y la bondad en el mundo. El terreno moral nos pertenece.

Conoce a tu enemigo, sí, pero ante todo, conócete a ti mismo.

* * *

Traducido al Español por Fermin Elizalde, 2019.

El Dr. Stephen Hicks es profesor de filosofía en la Universidad de Rockford, Illinois, EE. UU. Es autor de Explicando el Posmodernismo: escepticismo y socialismo desde Rousseau hasta Foucault.

Para unirse al Dr. Hicks en su gira de Adventures in Postmodernism visite www.truearrowevents.com.

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